jueves, 1 de diciembre de 2011

El callar y la palabra.

"El silencio está en íntima relación con el hablar y con la palabra.

Gran misterio es la palabra. Es tan efímera, que se extingue en un instante; es tan poderosa que marca destinos y decide el sentido de la existencia. La palabra proviene del interior del hombre. Como sonido procede del órgano de su cuerpo; como expresión, procede de su espíritu y de su corazón.

Tanto más perfectamente conozco la verdad, tanto mejor puedo expresarla, razón por la cual mi palabra llega a ser muy valiosa. En consecuencia, la verdad y también la autenticidad de la palabra dependen del hecho de que el hombre que habla sepa también callar a su debido tiempo.

La palabra es sustancial y eficaz, únicamente si proviene del silencio. Por cierto que vale para este último algo semejante, es decir, para que sea fructífero y tenga la virtud de ser efectivo, el silencio tiene que encontrar el modo de exteriorizarse por la palabra.

Así como el parloteo es la deformación del hablar, el mutismo es la deformación del silencio.

La palabra sitúa al hombre entre los hombres, en la comunidad y en la historia. Ella libera al hombre. El silencio y la palabra se corresponde recíprocamente, ya que uno presupone el otro. Hay que ejercitar el silencio también para hablar. El silencio abre la fuente interior de la cual proviene la palabra.

Del libro: Preparación para la Celebración de la Santa Misa
Por: Romano Guardini

El Silencio

"Hay que desear verdaderamente el silencio y no se debe escatimar ningún esfuerzo para conseguirlo, ya que es posible lograrlo. El silencio significa que también los pensamientos, los sentimientos y el corazón están tranquilos.

Hay que recogerse y serenarse: el silencio es plenitud y riqueza. El silencio es la tranquilidad de la vida interior; es presencia, sinceridad y disposición atesoradas; es disposición de alerta y plena.

Si alguien me pregunta con qué comienza la vida litúrgica, yo le respondo: con la vivencia del silencio".

Del libro: Preparación para la Celebración de la Santa Misa
Por: Romano Guardini